El ahorro no es otra cosa que el saldo positivo entre ingresos y gastos.
Si con una renta mensual de 2.000 euros, los gastos de una persona ascienden a 1.500 euros, los 500 euros restantes representarán, precisamente, el ahorro.
El primer paso para ahorrar es disponer de una planificación financiera que permita tener bajo control los ingresos y los gastos.
A partir de estos dos parámetros se podrán fijar presupuestos máximos para los distintos gastos, con una distinción entre los gastos fijos, como por ejemplo las cuotas de la hipoteca, las facturas mensuales, etc., y los gastos variables, como comida, ropa, ocio, etc.
Teniendo clara la totalidad de los gastos, en base a la renta mensual se podrá identificar mejor cuál es la capacidad real de ahorro.
Una vez definido esto, será útil fijar los objetivos deseados a corto, medio o largo plazo, verificando con una cierta regularidad si se han alcanzado o no.