Conviene saber que no existe una sola definición de recesión. En líneas generales, se trata de un descenso notable del nivel de actividad económica, que puede ser de unos meses de duración o llegar incluso a años en el peor de los casos. Se puede captar aún mejor el significado de recesión recurriendo a la definición del National Bureau of Economic Research (NBER), que habla de "una disminución significativa y generalizada de la actividad económica que por lo general dura unos meses y que suele reflejarse en el Producto Interior Bruto (PIB) real, en las rentas reales, en el empleo, en la producción industrial y en las ventas al por mayor y al por menor”.
El principal instrumento de medición de una recesión es el PIB, es decir el Producto Interior Bruto de un país, gracias al cual se puede comprender mejor la diferencia entre recesión técnica y recesión económica.
11 de marzo de 2024
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Inversión y seguro de vida
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La marcha de la economía se caracteriza por fases diferentes que se alternan en el tiempo y se repiten según un esquema definido como ciclo económico.
En la teoría elaborada a comienzos del siglo XX por Joseph Alois Schumpeter, hay cuatro fases del ciclo económico: crecimiento, contracción/recesión, depresión y recuperación.
Según la teoría del economista austríaco, la recesión es el primero de los dos estadios de la fase descendente del ciclo económico, comprendido entre el punto de inflexión superior y el inferior.
Un país está técnicamente en recesión cuando se verifica una variación coyuntural negativa del PIB durante dos trimestres consecutivos. Un ejemplo es la situación que se produjo en Alemania en 2023, cuando el PIB sufrió una contracción del 0,3% en los tres primeros meses del año, tras un descenso del 0,5% en el último trimestre de 2022. Se trata de un hecho de gran relevancia que afecta a la “locomotora de Europa”, auténtico termómetro de la crisis económica de 2023.
El significado de recesión económica es distinto, dado que en este caso la referencia es una variación negativa del PIB tendencial respecto al mismo periodo del año anterior.
Ahora que hemos explicado qué es la recesión económica, antes de adentrarnos más, hagamos una rápida mención a la diferencia entre recesión e inflación.
Se trata de dos fenómenos económicos muy distintos, pero estrechamente relacionados, incluso desde un punto de vista temporal, teniendo en cuenta que no se producen simultáneamente, sino que son consecutivos.
La inflación o, lo que es lo mismo, el aumento general de los precios de bienes y servicios, tiende a crecer durante la fase de expansión de la economía, mientras que la recesión corresponde a una contracción prolongada y significativa de la misma.
La inflación es una de las posibles causas de una recesión, sobre todo cuando alcanza niveles especialmente altos. Veamos ahora las demás causas.
Cada recesión es distinta a la otra, debido a que las causas desencadenantes son diferentes, si bien suelen estar conectadas entre sí. Sin pretender presentar una lista completa y exhaustiva, indicaremos a continuación las causas principales de una recesión.
Si nos fijamos en los contextos de crisis económica en la historia, podemos afirmar que la drástica reducción de los gastos de los consumidores, debida, por ejemplo, a una caída de la confianza, es una de las causas desencadenantes de la recesión.
La reducción de la demanda de bienes y servicios tiene como consecuencia una contracción de la producción de las empresas. que a su vez puede desencadenarse por un aumento en los costes y en los precios de las empresas.Cuando la inflación es especialmente elevada, tiene efectos negativos sobre la economía.
Por una parte, se reduce el poder adquisitivo de los consumidores y, por otra, los bancos centrales intervienen con aumentos más o menos considerables de los tipos de interés, frenando la actividad económicaUn choque económico puede tener graves consecuencias, entre ellas una recesión.
La epidemia de coronavirus, culpable de haber provocado una recesión global, es el ejemplo perfecto para explicar este mecanismo. Entre los factores externos de una fase recesiva, también las guerras y los desastres naturales pueden jugar un papel decisivo.Un exceso de deuda, tanto pública como privada, suele ser perjudicial para la economía y en algunos casos puede ser causa de una crisis financiera, generando insolvencias y bancarrotas que provocan un desplome de la actividad económica.
Las crisis financieras pueden erosionar la confianza de los consumidores y los inversores, con la consiguiente reducción de las inversiones y del gasto.
La crisis económica de 2008, marcada por la quiebra de un gigante como Lehman Brothers, provocó una gran recesión, originada por una crisis financiera que se mezcló con una burbuja del mercado inmobiliario.
Al igual que ocurre con las causas, también son bastantes los efectos de la recesión sobre la economía, teniendo en cuenta que éstos también pueden prolongarse mucho en el tiempo.
Aumento del desempleo: durante una recesión se registra un aumento de la tasa de paro porque las empresas necesitan menos trabajadores al reducirse la producción.
Reducción de la renta y de los consumos: el aumento del desempleo suele ir acompañado de una reducción simultánea de los salarios, cuya consecuencia es el descenso de la renta disponible y la contracción del consumo.
Caída del crecimiento económico: en función de los factores que acabamos de citar, la economía se desacelera y se contrae de manera más o menos significativa, alimentando una espiral negativa que provoca una disminución del empleo y una caída del consumo.
Disminución de las inversiones empresariales: la incertidumbre económica provocada por una recesión induce a las empresas a reducir sus inversiones, con la negativa repercusión que se produce sobre el crecimiento futuro y la innovación.
Inestabilidad financiera: en una fase recesiva el sistema bancario y financiero pueden encontrarse ante impagos de préstamos, provocando una cierta inestabilidad en los mercados.
La singularidad de cada recesión no es obstáculo para poder indicar en términos generales el modo en el que las fases de contracción económica afectan a las inversiones financieras.
Entre las clases de activos más desfavorecidas en una fase recesiva se encuentran las acciones.
La renta variable se muestra muy volátil y con tendencia a la baja, gracias a las ventas de los inversores, preocupados por el estado de salud de la economía y de las empresas.
Éstas últimas suelen revisar a la baja sus previsiones presupuestarias y, en algunos casos, revisan o bloquean el desembolso de dividendos, con la consiguiente reducción del atractivo de las acciones en favor de activos más seguros.
Los bonos, al contrario de las acciones, son objeto de mayor interés por parte de los inversores durante una recesión.
La incertidumbre económica y la caída de las bolsas incitan a buscar seguridad en la renta fija, cuyas cotizaciones tienden a subir.
Esto se produce como consecuencia del fly to quality, pero también de las políticas monetarias expansivas de los bancos centrales, baste pensar, por ejemplo, en el Quantitative Easing. Durante una recesión se favorecen los bonos del Estado, pero también los corporativos con menos riesgo, excluyendo así los bonos de alto rendimiento.
Entre las víctimas de la recesión no solo están las acciones sino también las materias primas, aunque no todas.
El impacto es negativo para las industrias, que suelen acusar el golpe por estar vinculadas al crecimiento económico.
Otras materias primas, como el oro, tienden a ganar terreno, aprovechando su condición de valor refugio.
También la moneda se ve afectada por la recesión, durante la cual se tiende a preferir la más segura.
Los inversores se concentran en las divisas consideradas valores refugio, como el dólar USA, el franco suizo o el yen japonés, que registran rendimientos mejores que las demás.
Una vez analizados los impactos de una fase recesiva en las principales clases de activos, vamos a analizar lo que hay que hacer en una recesión.
Invertir durante una recesión es posible, pero conviene saber cómo actuar, con el fin de evitar sorpresas desagradables.
¿Cómo invertir en la recesión? ¿Qué estrategias adoptar para defender nuestros ahorros?
Por lo general, conviene seguir estrategias de inversión prudentes, con el fin de proteger al máximo nuestra cartera, conscientes del hecho de que invertir en tiempos de crisis puede ofrecer grandes oportunidades.
En primer lugar es fundamental una adecuada diversificación de la inversión, al objeto de reducir los riesgos y proteger nuestro capital a medio-largo plazo.
Este objetivo se puede alcanzar incluyendo en la cartera distintos tipos de activos, desde las acciones a los bonos, pasando por las materias primas y los metales preciosos.
La diversificación deberá ir acompañada por un enfoque a largo plazo, con el fin de protegerse de la volatilidad a corto plazo, aprovechando las oportunidades de crecimiento a largo plazo.
Una estrategia ganadora es la de invertir gradualmente, a través de planes de acumulación que permitan comprar fondos comunes o fondos de pensiones, así como alimentar seguros de vida y de inversión, reduciendo así el riesgo de una entrada en el mercado en un único momento y con una cantidad grande de dinero. No menos importante será vigilar con atención y constancia el mercado, para adaptarse a sus cambios, revisando siempre la estrategia de inversión.
Para ello, no hay duda de que será importante recurrir a un asesor financiero, que nos podrá sugerir las mejores opciones en función de nuestra situación y de los objetivos que nos hayamos fijado.
Es bueno saber
En una recesión, es aconsejable una estrategia de inversión prudente, sin perder de vista las grandes oportunidades que puede brindar un periodo de crisis.
Para saber cómo y en qué invertir durante una crisis financiera, no solo es importante conocer las estrategias a seguir, sino también distinguir los activos preferibles de los evitables.
En la primera categoría -estrategias que serán válidas también para invertir en tiempos de guerra, pandemia o cualquier otra situación de inestabilidad-, encontramos los valores refugio, inversiones consideradas seguras como el oro, las divisas más estables, los bonos del estado, o algunas materias primas, como las agrícolas.
No despreciar las acciones, siempre que sean títulos de calidad, como los que pagan dividendos estables en el tiempo.
También deberían incluirse en la cartera acciones de sectores defensivos, como los servicios públicos y bienes de consumo esenciales, dado que la demanda de productos o servicios de estos sectores tiende a permanecer estable en general.
Y, por último, es aconsejable mantener una parte de la liquidez, con el fin de disponer de recursos que puedan utilizarse para aprovechar oportunidades de inversión que a menudo surgen durante las crisis.
La recesión:
Es una fase fisiológica del ciclo económico
Puede tener impactos notables sobre la economía y la inversión
Ofrece también oportunidades para los inversores